Encontrando una cadencia intercultural

Encontrar implica buscar, ya sea con respuestas satisfactorias o no tanto. Una cadencia es una armonía. Hoy en día la interculturalidad se denota como algo latente en nuestro entendimiento del mundo. Busco encontrar una perspectiva latente y armónica.

Sunday, February 03, 2008

El oleaje de la humanidad

Cuando me mudé a este país nórdico, lo único que yo sabía de este país era, que la gente era honesta, tranquila, tímida y no muy propensa al chisme. Pensé que era el país ideal para empezar desde cero una nueva vida llena de confianza, de nuevas amistades, de una mayor creencia al ser humano como un ser inherentemente bueno. Esas eran mis creencias a mis tiernos 15/16 años de edad, en plena adolescencia.
Oh sorpresa fue, que al llegar acá, no podía comunicarme como hubiera deseado. Mi experiencia del mundo era tan pobre, que ni siquiera entendía que el no conocer una lengua sería fuente de muchas frustraciones. Había estado en Canadá antes, pero no fue problema. Dominaba bien el idioma y nunca tuve problemas de comunicación, siempre encontré una manera de expresar algo en otras palabras si no conocía el vocablo correcto que encompasara mi idea. Pero acá, donde se habla un lenguaje fino-ugrio, la situación era diferente. Había visitado de niña y no había tenido en ese tiempo problemas de comunicación. Pero tampoco sabía que el niño es como una esponja, absorbe el lenguaje con prontitud y se expresa en ella sin preocuparse por la gramática o detalles lingüísticos.
Desde mi cárcel comunicativa, pues, aprendí a ver el mundo desde nuevos ojos. O mejor dicho, me hizo abrir los ojos a la realidad. El ser humano es igual aquí, allá o acullá. Yo me imaginaba un mundo noble, cortés, de respeto a la privacía. Así es el carácter del habitante de mi patria nórdica. Pero también mis nuevos compatriotas echaban escupitajos al caminar, se sonaban sin papel y eructaban sin pujo alguno en pleno público. Automáticamente conecté ese comportamiento con la clase baja de mi madre patria. La belleza imaginada se vio envilecida por la pura esencia humana. Oh decepción! Luego aprendí a vivir con ello, aunque me llevó algunos años. Nunca he eructado en público (de menos no a propósito), me he sonado sólo si necesario y discretamente, no tiro chicles a la calle, el solo pensamiento de un gargajo me hace ruborizarme de vergüenza. Pero no lo hago por ser de mejor clase, sino porque ese comportamiento es parte ya tan profunda de mí que no puedo evitarlo.
Aún así, siempre consideré a esta patria mucho más desarrollada humanamente. Las diferencias entre clases sociales con casi invisibles comparadas a las de mi otra patria. El nivel educativo es infinitamente superior. El famoso decir de Don Benito Juárez: "El respeto al derecho ajeno es la paz" sí tiene eco por acá. La gente que es religiosa por lo general no lo es fanáticamente ni usan la palabra del señor para condenar a los demás. Que la familia no sea tan unida da, en mi opinión, la libertad al individuo a formar su perspectiva de la vida independientemente sin verse ella interrumpida continuamente por las opiniones de familiares que han "vivido más", pero en otro mundo.
Todo esto empecé a verlo desde mi silencio. Mis ojos eran mi boca con el mundo. Ellos y mi interés por la filosofía y la psicología me despertaron un interés enorme por la raza humana. Por alta que sea la formación académica, el ser humano sigue siendo un ser vive aquejado de sus miedos, sus deseos, sus pasiones. Mi hermana fue blanco de un chisme empezado por un chico que había dicho que se había acostado con ella. No, la raza humana no es mejor ni en frío ni en calor. Comenzó una trayectoria de querer comprender a la gente. Querer comprender por qué su comportamiento, sus vilezas, por qué también sus acciones buenas.
La trayectoria no ha terminado, no terminará en esta vida y dudo que en la próxima. Pero hay cosas que sí he comprendido y otras que me he tenido que limitar a aceptar, pues no puedo entenderlas. Entender el por qué de muchos comportamientos me ha ayudado a perdonar y seguir adelante. No sin antes sentir un rencor profundo que me carcome mientras proceso la razón del comportamiento. Me doy cuenta de que los actos cometidos en contra mía sin razón aparente y a los que no les he podido encontrar explicación, me llenan de un rencor tremendo. Por ejemplo el hecho de que una colega le haya chismeado al hombre que me golpeó que estaba acostándome con otra persona y eso llevó a la contraparte de mi triste relación a tirar todas las cosas que aún tenía en el apartamento, pues no me había atrevido a ir a recogerlas sola. Entre esas cosas había unas cuantas invaluables que se han perdido para siempre. Y no, no eran joyas. Después de varios años todavía deseo desde lo más profundo de mi corazón que esa tipeja haya sufrido mucho y que haya captado las consecuencias de su acto. Esa manía de meterse en cosas que no incumben que tiene mucha gente es algo que nunca podré terminar de entender y por consiguiente, tampoco procesar.
También he tenido ángeles que me han cuidado y me han guiado en momentos difíciles. También he recibido ayuda sin pedirla en los momentos más críticos. El mundo es todo un oleaje de bueno y malo. He soñado con venganza, he llegado hasta revolcarme de placer planeando venganza. Nunca la he cumplido. He estado tan cerca de hacerlo, pero nunca lo he hecho. He querido creer firmemente en que la vida se encarga de eso. En muchos casos lo ha hecho.
Aún así, no todo es dejárselo a la vida a que lo reponga y haga un mejor mundo. Es como decir que nací pobre y deberé morir pobre porque Dios así lo quiso. No. Mi conclusión es, después de todos estos años de constantes interrogativas, que las cosas mejoran solamente con aprender a amarse a sí mismos y con mucha educación. Mi idea de educación no encierra sólamente la cultura general, pues eso es una infinitésima parte de nuestra preparación humana. Educación también significa el aprender a aceptarnos a nosotros mismos, desde un nivel físico como mental. El aprender a ver que somos seres sexuales, seres que queremos amar y ser amados y también, primordialmente, aprender a amar, a respetar. Para mí también la educación concierne el lenguaje corporal, que dice mucho sin palabras. El respetar el conocimiento de otros pero también decirlo inválido sin miedo. Son muchas las cosas que una buena educación encompasa.
Otra de mis grandes lecciones de vida ha sido el aprender a ver como cada uno de nosotros llena un nicho a la perfección en esta tierra. Cómo somos tan variados, no solo en color de piel, ojos o elección de carrera, sino en gustos y deseos. No es fácil hacerlo y yo no soy experta, pero día a día me maravilla más la amalgama de mundos que formamos este mundo.
Aún así, este mundo está lejos de ser un buen lugar. La concientización de qué hace este mundo un mejor lugar ha tomado siglos, milenios ya. Lejos estamos todavía de un mundo lleno de las curiosidades humanas que hacen de este planeta tan interesante, pero con menos egoísmo y más ganas de trabajo en equipo. Ese día está todavía muy muy lejano... A lo mejor el calentamiento global nos obligará a unir cabezas y apreciar más a nuestro prójimo.
Otra cosa que no deja de perturbarme es, a pesar de haber ya mucha más igualdad entre géneros, la pobre, o diría yo prácticamente nula campaña que se hace en contra del abuso sexual. Campañas preventivas hay infinitas. Se mandan mails grupales de qué hacer en un bar para cuidar tus bebidas, se avisa del acoso sexual en negocios, instituciones, etc; existen millares de páginas web que explican qué hacer en caso de vilación o ataque sexual, en qué consiste, qué medidas tomar, etc. Se dice que este tipo u otro de enredo sexual es un quebrantamiento de la ley, pero no se dice, para mi sorpresa, qué está bien y qué ya sobrepasa las reglas del respeto a la otra persona.
Sí, así es. No deja de sorprenderme el poco tiempo que se le dedica a la educación del hombre en lo que concierne el respeto sexual a la mujer. En muchos casos, el hombre no se da cuenta del daño que le causa a la mujer, aunque para el hombre sea simplemente un acto hecho casi por instinto. No se le dice al hombre en ningún lugar: "Meter la mano en el entrepierna de la mujer es de muy mal gusto si ella no ha demostrado su consentimiento y eso es algo que definitivamente no se hace". Las madres podrían preparar a sus hijos al mundo del cortejo diciéndoles que por amigable que se porte la muchacha no quiere decir que quiera brincar a la cama o abrir sus piernas y, aunque ella no diga no, no lo hace porque por lo regular tiene miedo. Los hombres mayores hacen abiertamente comentarios sexuales sin darse cuenta, de que esos comentarios lastiman. Luego reciben invitaciones a la corte por haber besado o tocado o dicho algo y se preguntan ingenuamente qué hicieron mal. Para nosotras es obvio, para muchos de ellos no lo es. Hasta lo consideran nada más un juego. No todos los casos son así, obviamente. Muchos lo hacen porque saben que es una buena arma para lastimar. Pero en muchos casos, es simplemente ignorancia, es falta de concientización, es falta de respeto al hombre en cierta manera, pues con hacerle entender desde tierna edad qué significa respetar a una mujer, se evitarían muchos, pero muchísimos casos de acoso sexual. He buscado en Google páginas con información para el hombre respecto al tema, pero nada. Lo único que ha aparecido en mi pantalla es información sobre grupos de tratamiento para hombres que han sufrido de abuso sexual.
No me meteré al tema del abuso sexual. A niveles mayores, es una enfermedad seria que debe tratarse con mucho cuidado. Mi punto era nomás decir, que el placer de unos, es dolor de otros. Es tan difícil explicar eso en el ambiente familiar o escolar?
Los seres humanos somos todavía una bola de animalitos que intenta arreglárselas como puede y quiere. Estamos llenos de sentimientos primitivos pero también de sentimientos nobles. Lo que nos falta es conocer la realidad. Eso significa conocernos a nosotros mismos y por medio de ello, a los demás.

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